lunes

-Gin, no seas cabezota.
-¿Cabezota? Llevo días pidiendote que lo hagas y no puedes, tardas poquísimo.
-Lo siento, joder.
-No, no lo sientas.
Dió un portazo y salió de casa de Adri. Llevaba las preciosas vans moradas que Adri la había prestado, encendió un cigarro y se sentó en la acera pensando sin pensar.
¿Merecía la pena perderlo todo por.. un simple enfado? Para Adri, Gin era todo y aun más, porque era su hermana mayor, su amiga y su confidente. La necesitaba mucho, la quería, la adoraba.
Salió despacito y se sentó a su lado, mirandola de reojo.
-Lo siento, G -ella suspiró y la miró.
-Estás perdonada pequeña.
Se abrazaron muy fuerte y se miraron, sonriendo. Una amistad para siempre.

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