jueves

14.7 Mudanzas.

-Má, ¡ayúdame, esto pesa tres kilos! -Gin tiraba de una gran caja como podía, no sabía que podía haber dentro, pero desde luego, pesaba una tonelada.
Adrienne asomó la cabecita desde la puerta con una sonrisa expléndida.
-¿Te echo una mano?
-¡Txiki! Si por dios, me está entrando calor y todo...
Ambas se rieron y la cogieron en peso, llevándola hasta una de las habitaciones del piso superior.
-¿Por qué no me dijiste que os ibais a mudar?
Gin se quedó pensativa unos instantes para despues encojerse de hombros.
-No lo teniamos claro, no quería hacerte ilusiones.
-Y..¿Tus hermanas y eso?
-Aïsha, está ejerciendo medicina en Toronto, decidio irse a vivir allí con Jason, ¿Te lo puedes creer? Lauren sigue en la ciudad, casada y con una niña guapísima correteando por los pasillos de su casa, con Victor. Y Mariam, está en portugal, trabaja en la ucip de un hospital de Elvas, dejó a su novio, y le va muy bien.
-¡Vaya! Cuanto me alegro, tía.- Sonrío sincera, y la miró con una dulzura infinita.
Gin era una chica extrovertida, era como una hermana mayor para Adrienne, y la verdad, envidiaba su caracter, aunque a veces fuera un poco tonta y pesimista, o realista como suele decir ella. La mira con ojos sabios y maduros, parece que en vez de dieciseis, tenga veinticinco.
Adrie, Adrie es la hermana pequeña que Gin siempre había deseado en su vida. Nunca pensó que una persona que no llevara su sangre en las venas, pudiera formar tanto en ella. Era algo vergonzosa, cosa que a Gin, a veces la sacaba de quicio, pero la admiraba, por su temprana madurez, o al menos, ese atisbo que se veía en su mirada.
-¿Sabes, Ad?- Dijo Gin tumbándose en su nueva cama.
-Dime, G.
-A veces me siento idiota, por haber dejado pasar estos dos años así, sin más, porque ya hace casi dos años que nos conocemos, ¿Sabes? Y eso es mucho, mucho tiempo. Y quería darte las gracias, por todo lo que has hecho por mi, y... bueno, ya sabes.-Sonrojó tanto y tan rápido que Adrienne no pudo más que echarse a reir y abrazarla.
-Idiota, pero por darme las gracias, mujer. Ahora, cuéntame.
-¿El qué?
-Ya sabes, Él.
-No tengo ganas de hablar de eso, mejor otra cosa.
-Te conozco, y estabas deseando que te lo preguntara, asi que suéltalo.
-Lo que quiera que hubiere entre Byron y yo, acabó hace ya mucho tiempo. Y ahora por favor, cuéntame que tal te ha ido este año.

Se sumergieron en un auténtico mar de historias, de amores de verano, de primavera, e incluso de invierno, de esos en los que te acurrucas a los pies de la cama, con la cabecita apoyada en su pecho y sus dedos enredados en tu pelo.

No hay comentarios: